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miércoles, 2 de marzo de 2011

ABRIENDO CAMINOS DE LIBERTAD - Esencia, secuelas y derrota del Pacto Alemán Ortega

José Esteban González Rappaccioli
ABRIENDO CAMINOS DE LIBERTAD - ESENCIA, SECUELAS Y DERROTA DEL PACTO


Durante ya más de un decenio, la vida en Nicaragua ha estado condicionada y perturbada por el Pacto, concluido en el umbral del siglo XXI entre el entonces Presidente Dr. Arnoldo Alemán Lacayo, líder del PLC, y el Comandante Daniel Ortega, Secretario General del FSLN.

En los archivos de la Asamblea Nacional está registrado el voto de todos y cada uno de los diputados que, sin coacción alguna, aseguraron la aprobación de las reformas y de las nuevas leyes indispensables para implementarlo. El Pacto también fue aceptado sin protesta conocida por Ministros, altos funcionarios y embajadores del Presidente Alemán (1997-2002), ninguno de los cuales denunció ni criticó el Pacto ni renunció a su cargo.

No cabe duda alguna sobre la naturaleza del Pacto ni sobre las intenciones de los pactantes. Una fotografía de una decena de personajes sonrientes, ha dejado para la historia la prueba indubitable de que este Pacto fue asumido de manera totalmente libre, consciente y jubilosa por ambas partes. Aunque se presume que el Pacto fue motivado por el interés de ambos líderes partidarios de asegurar una alternabilidad en el poder similar a la aplicada en Colombia hasta hace pocos años, el ex Presidente Alemán lo ha tratado de justificar como necesario para asegurar la estabilidad institucional y la gobernabilidad, y consagrar procesos electorales libres como única vía para acceder al poder. El Comandante Daniel Ortega, por su parte, no se ha jamás molestado en dar ningún tipo de explicación o justificación.

Cualesquiera que hayan sido las intenciones, el Pacto Alemán-Ortega ha tenido graves consecuencias para nuestra nación entre las que mencionaremos las siguientes:

1. Haber reducido al 35% (con una diferencia mínima del 5% sobre el segundo lugar) el porcentaje suficiente para ser electo Presidente de la República en la primera vuelta.

2. Repartición de cargos en los Poderes del Estado e incremento injustificado y desproporcionado del número y de los salarios de los Magistrados y altos cargos del Estado. El resultado ha sido la repartición de todos los Poderes del Estado en dos bancadas partidistas competidoras – liberal y sandinista - lo que desvirtúa la naturaleza de las instituciones republicanas y ha viciado de manera insubsanable innumerables resoluciones y sentencias judiciales y administrativas. (Cabe recordar, con indignación y vergüenza republicana, que el Dr. Rafael Solís Cerda, uno de los Magistrados de la Corte Suprema, no tuvo empacho en proclamar: “Asumo esta Magistratura para defender los intereses del Frente Sandinista.”)

3. Es deplorable e inexcusable que, mientras aseguraba a ambos caudillos pactantes y a las respectivas cúpulas partidarias beneficios políticos y financieros considerables, el Pacto Alemán-Ortega no incluye ninguna medida específica para mejorar los ingresos y la calidad de vida de los pequeños productores ni del pueblo en general. En realidad, es un pacto esencialmente político y de aseguramiento del poder.

Aunque el Pacto Alemán-Ortega pueda describirse en términos y parámetros locales y personales, tal como lo expuse y sustenté con datos y argumentos irrebatidos en mi trabajo titulado “Respuesta Global a una Amenaza Global” (Managua, septiembre de 2008) y en varios escritos posteriores, dicho Pacto forma parte de un proyecto geo-estratégico que persigue el control político, social y financiero de la región mesoamericana como pre-condición y antesala a la desestabilización de los Estados Unidos de América. Por lo tanto, para poder combatirlo y


desmontarlo es preciso comprender que el Pacto Alemán-Ortega es únicamente la punta emergente de un verdadero iceberg destructor de la institucionalizad democrática, de la estabilidad y de la gobernabilidad de una vasta región del mundo.

A nivel de Nicaragua, más allá de haber aportado soluciones acomodaticias a situaciones que afectaban negativamente a ambos suscriptores, el Pacto Alemán-Ortega desencadenó en el campo político un rápido deterioro - no superado y, para algunos, todavía activo – de la imagen, credibilidad y fortaleza del PLC permitiendo al FSLN alcanzar los objetivos siguientes:

- Infiltrarse rápida y eficazmente en todas las instituciones del Estado hasta convertirlas en verdaderos “bunkers de poder orteguista;”

- Deteriorar la imagen y la credibilidad de Arnoldo Alemán y demás líderes del PLC, condenándolos al aislamiento al convertirlos en socios políticos incómodos para los demás actores democráticos;

- Canibalización externa y endógena recíproca de los miembros liberales del CSE, la CSJ, de la Contraloría, y de las bancadas partidarias de la Asamblea Nacional.

- Suscitar graves contradicciones internas conducentes al quiebre de la unidad del partido democrático con mayor membresía y mejor organizado del país – el PLC - provocando resultados desastrosos para los sectores democráticos en las elecciones municipales de 2004, en las presidenciales del 2006, el fraude en las municipales del 2008 y el actual “tsunami” re-eleccionista anti-constitucional del orteguismo;

- Manipular a los dirigentes de todo el espectro democrático estimulando la creación de múltiples movimientos, partidos y coaliciones anti-PLC, a saber: GUL, APRE, ALN, Vamos Eduardo (VCE), UNE.

Es obvio que al Comandante Daniel Ortega sólo le interesaba cumplir - y sólo ha cumplido - la parte del Pacto que lo favorecía y eso, únicamente, en la medida en que le permitiría volver a ocupar la Presidencia de Nicaragua para dar un Golpe de Estado desde la propia jefatura del Estado para perpetuarse en el poder aún al precio de violar de manera flagrante la Constitución Política de la República y hacer añicos el Estado de Derecho.

En un país de clara mayoría liberal, el Pacto Alemán-Ortega ha convertido al PLC y a sus líderes principales, en rehenes del orteguismo y ha convertido a los líderes disidentes del PLC en adversarios obsesivos, más perseverantes y eficaces en debilitar a su partido “madre” que en buscar la unidad para defender al pueblo de Nicaragua de su verdadero y mortal enemigo estratégico común: el proyecto totalitario del orteguismo, apoyado y, en el fondo, dirigido por el castro-chavismo.

Para contrarrestar el perjuicio a las instituciones republicanas ocasionado por el Pacto Alemán-Ortega y dar prueba fehaciente de su decisión de reparar el daño que el PLC y él mismo han sufrido, es imperativo que el ex Presidente Arnoldo Alemán:

1. Denuncie formalmente el Pacto y lo declare nulo y sin efecto de inmediato y para siempre;

2. Pida, con sinceridad y humildad, como ya está comenzado a hacerlo, perdón al pueblo de Nicaragua por los efectos dañinos del Pacto;



3. En particular, como prueba concreta, de buena fe y de la decisión de arrancar de raíz la hierba venenosa, instruya a todos los diputados del PLC para que promuevan y voten una
reforma a la Ley Electoral para elevar al 50% más uno, el mínimo para ser electo Presidente de la República. Los que no lo hicieren serían sancionados adecuadamente;

4. Propicie la escogencia de otro candidato liberal idóneo para cabalgar ese potro potente e indomable que es el pueblo nicaragüense a fin de representarnos a TODOS UNIDOS como nuestro candidato presidencial en la próxima justa electoral del 6 de noviembre del presente año.

Es razonable esperar que el ex Presidente Arnoldo Alemán y el conjunto de líderes del PLC que acepten promover y apoyar estas medidas logren los beneficios siguientes:

1. Una corriente de sangre oxigenada inundaría de vigor y optimismo no sólo al PLC sino a toda la comunidad democrática nicaragüense - liberales, conservadores, socialcristianos, social demócratas, sandinistas democráticos, sindicalistas, empresarios, organizaciones de la sociedad civil, etc. - y, sobre todo, a la enorme masa de independientes, cuyo número supera ampliamente a la membresía formal de los partidos, que clama y reclama la unidad de los partidos democráticos por ser éstos los únicos que, por la Ley, pueden presentar candidatos, integrar las mesas receptoras e intervenir en las elecciones.

2. Cualquier otra candidatura del sector democrático - sin perjuicio de la honorabilidad, sueños y buenas intenciones de su titular – dejaría el paso y se sumaría responsablemente de inmediato ante una verdadera y festiva avalancha unitaria similar a la que aseguró el triunfo de Doña Violeta Barrios de Chamorro que puso fin a la “noche oscura” de la primera dictadura de Daniel Ortega.

3. Con esta prueba de hidalguía, de humildad, patriotismo y responsabilidad ciudadana, el ex Presidente Alemán lograría reivindicarse y cosecharía respaldo y reconocimiento nacional lo que lo colocaría en posición óptima para fortalecer y vigorizar al PLC y para consolidar la democracia brindándole a él mismo una oportunidad de oro para perfilarse como verdadero estadista.

4. Esta nueva situación permitiría al conjunto de partidos y movimientos democráticos crear, a mediano plazo, un gran partido democrático capaz de garantizar la modernización, eficacia y transparencia de nuestras instituciones republicanas y lograr la superación definitiva del sub-desarrollo y de la pobreza endémica que nos abruma.

Si, como es razonable prever y desear, el ex Presidente Arnoldo Alemán, manifestando la suficiente perspicacia y realismo, percibiese con claridad la sustentación conceptual, política y ética de este planteamiento y se armara de la fortaleza moral y cívica para tomar las decisiones trascendentales sugeridas, seguramente lograría tocar el propio corazón de Cristo quien, sin duda, estaría dispuesto a sentarse a la mesa junto con los nuevos Zaqueos permitiendo que resuenen, como bálsamo de sanación para la nación entera, sus palabras liberadoras: “Hoy ha entrado la salvación en esta casa, porque el Hijo del hombre ha venido a salvar lo que estaba perdido.” (Lucas, 19,10)

Al concluir estas reflexiones, es oportuno recordar el ejemplo de todos nuestros compatriotas de ambos sexos que han amado a Nicaragua hasta entregar la vida por su liberación. Al evocar su memoria, debemos comprometernos a hacer fructificar la fecundidad liberadora de su sacrificio y del necesario encuentro entre patriotismo y cristianismo.

Al constatar que, hoy, los y las jóvenes de Nicaragua han recuperado la capacidad de reconocer la primacía del amor, se fortalece mi convicción de que nuestra juventud cumplirá la misión que le corresponde movilizándose y organizándose para liderar y encabezar al nuevo ejército de patriotas cristianos que convertirán a Nicaragua entera en un inmenso, resplandeciente y definitivo San Jacinto.

Managua, 20 de febrero de 2011

José Esteban González Rappaccioli
Fundador de la CPDH
Presidente Nacional del PSC
Candidato a Procurador Nacional de Derechos Humanos

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