En una entrevista del programa “Amchan TeVé,” el ingeniero Antonio Lacayo, ex Ministro de la Presidencia de doña Violeta de Chamorro, utilizó un símil particularmente acertado: “Cuando ganamos una carrera, ¿a quién debemos el triunfo? ¿…al caballo o al jinete? Ciertamente, a los dos. Como se ha comprobado, el partido democrático mejor organizado es el PLC, actualmente cabalgado por un jinete experimentado, pero polémico. Tan irresponsable sería desperdiciar el vigor del caballo como frustrar al jinete asignándole un caballo inapropiado”. (Fin de cita). Hay quienes, empecinados en derribar al jinete, buscan golpear al caballo. ¡Insensatos! Debemos escoger al mejor jinete posible, y el propio jinete actual - que sabe de grandes victorias y amargos fracasos — ha reiterado su decisión de colaborar. Hay que tomarle la palabra, evitando imprudencias que precipitarían a caballo y jinete en el despeñadero. ¡Cuidado la obsesión de derribar o humillar al jinete no termine quebrándole las patas al caballo! (…al menos que fuera ése el objetivo verdadero).
A finales de los 70, muchas personas justificaban su intransigencia proclamando: “Mejor que Somoza, cualquier cosa”, y tildaban de “vendidos y traidores” a los que aconsejaban sensatez y prudencia. En un impactante llamado televisivo, Rosendo “Chendo” Díaz, empresario de recias convicciones cívicas y cristianas, advirtió del peligro que nos acechaba. “No nos sigamos matando y autodestruyéndonos”, advertía. “Entendámonos antes que el enemigo común acabe con todos”. Muy pocos lo escucharon. Al contrario, empresarios “progresistas” lo abrumaron con reproches. Algunos lo acusaron de “hacerle el juego al somocismo”; otros, pasaron a formar parte del Grupo de los Doce, organizado y controlado por el FSLN; otros, en fin, se integraron en el Movimiento Pueblo Unido, otro tentáculo del FSLN, para terminar siendo tildados de “agentes de la CIA” y lamentando haber apoyado a la que Pablo Antonio Cuadra llamó “revolución de los engaños”.
Es preciso revertir el actual fraccionamiento del sector democrático. Por eso, es imperativo impulsar un procedimiento unitario para la escogencia de candidatos. He aquí las razones:
—Este mecanismo nos permitiría modernizar nuestra praxis electoral.
—Procedimientos similares se practican en numerosos países, con excelentes resultados. Si ellos pueden, ¿por qué no nosotros?
—Aplicando correctamente este procedimiento de escogencia de candidatos y garantizando respetar los resultados, alcanzaríamos, simultáneamente, cuatro objetivos vitales:
1. Escoger de manera incuestionable a los candidatos(as) a la Presidencia de la República y a diputados departamentales del sector democrático. El candidato presidencial ganador, escogería a su compañero o compañera de fórmula y la casilla.
2. Generar una gran coalición democrática capaz de atraer a los movimientos de la sociedad civil asegurando el triunfo popular sobre el continuismo antidemocrático y depredador.
3. De allí surgiría el plan de nación de largo plazo, el Programa y los compromisos exigibles pdel nuevo gobierno (2012-2017).
4. Esa gran unidad democrática nacional, suscitaría el beneplácito y bendición de la Iglesia católica y de las principales Iglesias y Ministerios fieles al único Señor de la Historia.
No basta denunciar las violaciones del orteguismo a la Constitución y deplorar las claudicaciones de políticos y diputados cañoneados. Debemos asumir personal y colectivamente el apasionante desafío de colocar a Nicaragua en la senda de la prosperidad y la justicia social. Nicaragua lo necesita; nuestro pueblo lo merece; la sensatez, la moral y el patriotismo nos imponen el deber de hacer posible lo que es necesario. “Solo el pueblo salva al pueblo”. unidadnica@yahoo.com
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