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viernes, 28 de enero de 2011

Ortega es derrotable


Por Edmundo Jarquín

¿Optimismo forzado?
Estuve en León para la constitución del Comité Departamental de la Unidad Nicaragüense por la Esperanza (UNE), que sustenta la candidatura de Fabio Gadea Mantilla. Al terminar mi intervención, se me acercó un grupo de personas que me dijeron les había impresionado el optimismo y entusiasmo que trasmitían mis palabras.

Ortega es derrotable, y por mucho, había sido el mensaje central de mi discurso, sustentado  con cifras.

Comento lo anterior porque el dato que más me llamó la atención en la encuesta de CID Gallup que hizo pública esta semana El Nuevo Diario, fue la siguiente afirmación de la firma encuestadora: “Cid Gallup deja constancia que ahora es muy difícil hacer encuestas políticas en Nicaragua por el temor que tienen los habitantes a contestar lo que se les pregunta.” (END, 26 de enero).

Esos encuestados no tienen miedo a Fabio Gadea Mantilla, ni a Eduardo Montealegre, o a mí, ni a las organizaciones integradas en la UNE. Tampoco tienen miedo a La Prensa y El Nuevo Diario, o a Radio Corporación y otros medios independientes u opositores. Obviamente tienen miedo al gobierno y sus aliados, de modo que las cifras de las encuestas resultan inevitablemente sesgadas a su favor porque muchos entrevistados no se atreven a opinar lo que verdaderamente piensan sobre los mismos. 

Sin duda, hay una gran cantidad de voto oculto contra el Orteguismo.

La carnetización forzada por el FSLN entre los empleados públicos, y los beneficiarios de algunos programas gubernamentales, ¿significa que todos esos forzados a carnetizarse en el partido de gobierno van a votar por el Orteguismo?

Los empleados de la Dirección General de Ingresos (DGI), reprimidos por sospechosos de haber filtrado información sobre la descomunal y descarada corrupción del titular de esa dependencia, lo cual ha sido noticia de esta semana, ¿votarán por el Orteguismo?

Otra noticia de la semana fue de empleados reprimidos en la Empresa Nicaragüense de Acueductos y Alcantarillados (ENACAL), también sospechosos de haber filtrado a la que fuese Directora de esa institución información que ella hizo pública, y que da cuenta del desastre administrativo que ha conducido al desabastecimiento de agua en amplios sectores populares, y a la contaminación del lago. Esos empleados, seguramente carnetizados por el FSLN, ¿votarán por el Orteguismo?

Esos son algunos ejemplos de voto oculto.

Entonces, el optimismo de mis intervenciones no está forzado por la inquebrantable decisión de mi voluntad, sino apoyado también en  información que sustenta la razón.

Decí vos primero
Con los encuestados de ahora, a propósito del miedo que tienen de expresar lo que verdaderamente piensan, se repite sin duda la historia que se contaba en la época de las guerras entre liberales y conservadores, en la primera mitad del siglo pasado.

Según el cuento, al rancho de un campesino llegó una patrulla de soldados que le preguntó por su filiación política. El campesino, pensando que la patrulla era conservadora, se declaró partidario del General Chamorro. Resultó que la patrulla era de soldadesca liberal y el campesino terminó apaleado. Un tiempo después le ocurrió lo contrario. Pasó otra patrulla, se declaró liberal, y siendo la patrulla de soldadesca conservadora, volvió el pobre campesino a terminar apaleado.

Seguía el cuento con el episodio de la tercera vez que al rancho del campesino se apareció una patrulla que al interrogarle por la filiación política, el campesino, que había aprendido a palos, contestó:
            ---Decí vos primero!

¿Por quién votarán los desempleados?
A propósito de que hay en las encuestas una importante cantidad de voto oculto anti-orteguista, hay en la última encuesta de Cid Gallup un dato revelador.

Ocurre que en las últimas semanas, por el repunte de la economía en el 2010 después de la caída del 2009, el gran impulso exportador y el mantenimiento de la estabilidad macroeconómica, incluyendo la libertad cambiaria y de precios, que constituyen, sin duda buenas noticias, ha habido en los círculos gubernamentales y los sectores beneficiados con esas noticias opiniones que van desde el reconocimiento y la resignación frente al Orteguismo, hasta la euforia y el triunfalismo.

Pero ocurre que en los cuatro años de gobierno de Ortega el crecimiento promedio de la economía ha sido del 2.2%, apenas ligeramente superior al crecimiento de la población, y bastante inferior al crecimiento promedio de los años anteriores. Es decir, por mucho que se reconozca y se celebren otros resultados macroeconómicos, la principal variable macroeconómica que es el crecimiento, está lejos de alimentar la euforia.

Con ese crecimiento de la economía es imposible absorber a la gran cantidad de nueva fuerza laboral que cada año entra al mercado de trabajo. O para decirlo de otra forma, con ese mediocre crecimiento es imposible que mejore la situación del empleo.

No resulta casualidad, entonces, que en la mencionada encuesta, un 38% de los entrevistados responda que el principal problema que enfrenta el país sea la falta de empleos, cifra superior al 33% que respondieron lo mismo en el 2006, el año antes que empezara a gobernar Ortega.

Si a lo anterior agregamos que hay un 15% que piensa que el principal problema es la economía del país, y otro 15% que dice que es el alto costo de la vida, tenemos un 68%, es decir dos de cada tres nicaragüenses, diciendo que los principales problemas son económicos. 

Ortega pidió una oportunidad para gobernar en paz, y la ha tenido. Ha recibido el doble de cooperación internacional que cualquier gobierno anterior, y pese a ello sus cuatro años de gestión presentan resultados económicos mediocres en términos de lo que más importa a la gente: el empleo y el salario.
La gran pregunta es: ¿votarán por Ortega los desempleados y los mal pagados?

Como ven, la información y las cifras sustentan mi convicción que Ortega es derrotable.

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