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jueves, 10 de febrero de 2011

La culpa no es de los que se equivocan…

Carta de Amor a Nicaragua, Por: Fabio Gadea Mantilla 
Querida Nicaragua: Es una pena que haya tanta gente que habla y tan poca gente que haga. La política es una ciencia inexacta donde las cosas casi nunca salen como uno quisiera. Hay en la política asuntos imponderables, caracteres diferentes, hombres tercamente aferrados al poder.

Hay quienes solamente buscan un cargo público, se mueren por ser diputados o ministros.

Hay también, aunque sean los menos, políticos interesados en el bienestar de la nación, en el bien común, en crear fuentes de empleos para disminuir la pobreza.

En la política hay de todo, hay quienes sólo hablan y no actúan y hay otros que actúan más y hablan menos. Los primeros, los que sólo hablan son los más. En todos los ambientes dan sus opiniones y se convierten en analistas políticos de la noche a la mañana. Sobre todo critican duramente. Que qué barbaridad, que la oposición anda peleando, que no se pueden unir, que como quieren ganar desunidos, que todo eso fortalece a la dictadura del orteguismo, etc. etc.

En lugar de hablar tanto, deberían participar en política, afiliarse a un partido, hacer más y hablar menos. Lo peor es no hacer algo. Los políticos nos equivocamos, pero recuerden que “la culpa no es de los que se equivocan, la culpa es de los ausentes” y un ausente no tiene autoridad moral para criticar a los que buscan cómo hacer algo por su país. La mejor manera de hacer buena política es haciéndola, no hablando mal de los que la hacen.

El orteguismo, que es ya una dictadura, no es un producto de los políticos. Es un producto de todos nosotros. Todos apoyamos aquel hermoso movimiento que terminaría con el somocismo.

Y mucho hablábamos de los políticos. Vimos a los conservadores peleando contra los liberales, vimos a los conservadores zancudos haciéndole el juego a la dictadura somocista, tal como hoy estamos viendo a ciertos grupitos haciéndole el juego a la dictadura. La historia de Nicaragua parece ser repetitiva. Siempre estamos tropezando contra la misma piedra.

Pero el remedio para cambiar la historia no es hablar ni criticar. El remedio es trabajar en política, estudiar política, conocer la historia política de nuestro país, no repetir los errores del pasado.

Hay que buscar una nueva forma de hacer política, una nueva forma para que el pueblo logre el cambio que necesita. Y para esto hay que estar presentes, no ausentes. Hay que estar presentes trabajando por el bien común, que es la forma más noble y cristiana de hacer política.

La política no es el arte de ir a buscar en un cargo público un premio de la lotería. Eso no es hacer política. La política es el noble arte de buscar un cargo público para servirle a la patria, para hacer la felicidad del pueblo, para terminar con la tragedia del desempleo, del subempleo, de la miseria galopante de nuestra gente.

Se debe hacer política para eso y no para meter la mano en las arcas del Estado. Tenemos la obligación de hacer política porque son los políticos quienes llegan al poder y sólo desde el poder se puede reformar un país y hacerlo próspero, tranquilo, democrático, pacífico. Es duro trabajar en política, pero es necesario. Es peligroso trabajar en política, pero hay que estar presente porque la “la culpa no es de los que se equivocan, la culpa es de los ausentes”.

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